Duros sevillanos

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José Francisco Martínez Roca, autor del libro recientemente publicado: «LA GUÍA DE LOS DUROS SEVILLANOS» obra que con gran ilusión y muchas horas de estudio y dedicación ha podido ver felizmente la luz, porque estas grandes, hermosas y FALSAS MONEDAS EN PLATA DE BUENA LEY, estaban abocadas al olvido como tantas otras en nuestro país…

“Siempre me han encantado las variantes, errores y falsas de época que de la mano de Vicenti y sus catálogos empecé a conocer, allá por la década de los 70.”

En su libro explica, con mayor o menor fortuna como observar estas marcas diferenciadoras con respecto a los DUROS LEGALES (ó legítimos) y sobre todo la gran importancia y repercusión en la economía de la época y en la historia de España de finales del siglo XIX y principios del XX, llegando incluso a la desaparición en 1899 de nuestros míticos DUROS por efecto de la pérdida de confianza en ellos al estar «inundado» el cambio diario de DUROS SEVILLANOS.

Podemos asegurar que las piezas que se ofrecen en esta subasta son las que aparecen en las fotografías y explicaciones del libro, las que estudió con ahínco para poder hacer sus estudios al respecto.

Con el libro en la mano podemos adentrarnos en un fascinante viaje por nuestra historia; cuando comenzó la utilización de los duros sevillanos, su fabricación y hasta cómo detectarlos entre otros capítulos interesantes.

“ERES MAS FALSO QUE UN DURO SEVILLANO”

Con esta frase lapidaria se enmarca un capítulo muy descriptivo de la historia y la picaresca de la España de finales del siglo XIX y principios del XX.

En septiembre de 1894, el director de la sucursal de Barcelona del Banco de España envió a la Casa de Moneda en Madrid media docena de duros de plata de buena ley ante la sospecha de que podrían ser falsas; cuatro de ellas resultaron serlo, pero…surgió la duda… ¿eran falsos con auténtica plata de ley? Así fue en efecto…. Este era el primer aviso de lo que el ciudadano de a pie ya sospechaba en sus compras y transacciones cotidianas con respecto a la moneda de 5 pesetas.

Existen varias teorías sobre el motivo de llamar a los duros falso con el nombre de “sevillanos”. Por una parte, existía el pensamiento general de que estos duros estaban fabricados por parte de la aristocracia de Sevilla, con cierto consentimiento del gobierno, aunque por otro lado el nombre podría venir sencillamente porque fue en esta ciudad donde (se supone) aparecieron por primera vez.

Había cierta leyenda de que los primeros duros falsos detectados provenían de la conocida fundición “Cobián”, ubicada en el barrio de La Barquera de la capital hispalense. Curiosamente, en Sevilla se les llamaba “duros Cobián” y en el resto de España “sevillanos”, aunque también tenía denominaciones como “alicantinos”, “barceloneses”, etc. Lo cierto y verdad es que, la fundición del industrial José Cobián y Rual, su propietario, no fue responsable de la falsificación en sus fábricas como quedó demostrado en un juicio contra el periódico federalista “La Voz Montañesa” (Santander), que fue causante de una serie de artículos falsos en su contra basándose en una carta anónima.

Debe quedar claro, ante todo, que “sevillano” es el nombre genérico para los duros falsos acuñados solamente en plata, no teniendo esta denominación el resto de abundantes duros falsos elaborados con otros metales viles de menor valor.

El 16 de julio de 1908, Antonio Maura emitió una Real Orden por la que el Estado cambiaría «de buena fe» las monedas falsas de plata por su valor en contenido de metal, que en ese momento era de 2 pesetas en vez de 5. Ante esta situación, la gente, temerosa de perder el valor de sus duros, prefirió guardarlos y ver que en que quedaba todo aquello. 

Viendo en seguida la inutilidad de esta propuesta, en agosto del mismo año, se aprobó una nueva ley que rectificaba la anterior y que, cosa inaudita hasta entonces, se cambiarían a la paridad piezas «ilegítimas» por auténticas durante 15 días. Bancos y cajas nacionales comenzaron a recoger una gran cantidad de duros falsos. Pero la solución no fue tan fácil… Ni en el mismo banco de España sabían a ciencia cierta cómo diferenciar unos de otros, dándose el caso de entregarse en ventanilla duros falsos a cambio de otros supuestamente buenos, cuando en realidad el banco entregaba otro falso. Aún así, se cambiaron nada más en Madrid el primer día un total de 47.258 duros.

Numerosos grupos de ciudadanos con sacos de duros para su cambio.

Así mismo, y dado que durante esos días cada duro falso se convertía en uno auténtico, los falsificadores pusieron a trabajar más que nunca sus máquinas acuñadoras y, mediante una serie de personas escogidas -normalmente mujeres-, simplemente acercaban estos duros «nuevecitos» a canjearlos.

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